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Por Leyre Gómez • Actualizado en noviembre, 2025
Japón es uno de esos destinos que enganchan desde el primer momento. Da igual lo que busques, porque el país tiene opciones para todos los gustos. Si estáis empezando a organizar vuestra ruta y queréis tener claro qué ver en Japón, hemos preparado esta lista con nuestros rincones favoritos para ayudaros a decidir. Aquí encontraréis desde los clásicos imprescindibles hasta rincones más especiales, una selección perfecta para que cojáis ideas y diseñéis el viaje a vuestra medida.

Situado al este del continente asiático, Japón no es solo un país, es un inmenso archipiélago formado por más de 14.000 islas que se extienden a lo largo de miles de kilómetros en el Pacífico. Aunque en un primer viaje lo habitual es centrarse en Honshu, su isla principal y donde se encuentran grandes ciudades como Tokio, Kioto u Osaka, la realidad es que el país ofrece una variedad geográfica brutal, desde las nieves de Hokkaido en el norte hasta las playas tropicales de Okinawa en el sur.
Lo que hace único a Japón es cómo su tradición y cultura milenarias se respiran en cada rincón, conviviendo en perfecta armonía con la modernidad más futurista. Es algo que notaréis nada más pisar la calle: rascacielos de neón junto a santuarios silenciosos donde el tiempo parece haberse detenido. Esta riqueza espiritual se basa en la convivencia de dos religiones principales, el sintoísmo (la religión nativa basada en la naturaleza) y el budismo, que se entrelazan de tal forma que la mayoría de japoneses practican ritos de ambas con total naturalidad.
Nosotros estuvimos un mes recorriendo el país y, sinceramente, nos encantó. Aun así, volvimos con la sensación de habernos dejado un montón de sitios en el tintero, porque Japón es uno de esos destinos a los que podrías volver una y otra vez y nunca repetirías experiencia. Por eso, para ayudaros a coger ideas para vuestro viaje, hemos preparado esta lista con las mejores cosas que ver en Japón para nosotros.
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Si estás pensando en visitar dentro de poco Japón, aquí te dejamos algunos de los mejores artículos para que puedas organizar tu viaje:
TABLA DE CONTENIDOS

Vamos directos a lo importante. Después de nuestra ruta, estos son para nosotros los lugares imprescindibles que ver en Japón, esa selección de sitios que te permiten entender de verdad la esencia del país. Hemos incluido desde las grandes ciudades que nunca duermen hasta rincones tradicionales y naturaleza pura, para que tengáis dónde elegir al montar vuestro itinerario.
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Tokio no es solo la capital de Japón, es otro mundo. Con más de 13 millones de habitantes (o casi 40 si contamos toda el área metropolitana), es una ciudad tan inmensa que intentar abarcarla de golpe es misión imposible. Lo mejor es que cambiéis el chip y no penséis en ella como una sola ciudad, sino como un conjunto de “mini-ciudades” conectadas por la línea de tren Yamanote, donde cada estación os deja en un universo diferente.
Para nosotros, la clave para ver Tokio sin volverse loco es organizarse por zonas. Dedicad cada día a uno o dos barrios cercanos para empaparos de su ambiente único. Estos son los imprescindibles que no os podéis perder:
Shinjuku: El Tokio de los neones, los rascacielos y la vida nocturna desenfrenada. Aquí encontraréis el famoso callejón Omoide Yokocho y las vistas gratuitas desde el Gobierno Metropolitano. Si quieres conocerlo bien, te recomendamos este Free Tour por el barrio de Shinjuku.
Shibuya: El cruce más famoso del mundo y la estatua de Hachiko. Es el epicentro de la moda juvenil y el sitio perfecto para sentir el latido de la ciudad. Puedes recorrer el barrio con este Free tour por Shibuya.
Asakusa: El contrapunto tradicional. Aquí está el templo Senso-ji, el más antiguo de Tokio, y se respira un aire a la época Edo que enamora. Te recomendamos unirte a este Free Tour por Asakusa.
Akihabara: El paraíso friki y tecnológico. Tiendas de electrónica, manga, anime y las curiosas salas de máquinas recreativas de varios pisos. Al igual que los anteriores barrios, puedes recorrerlo con este Free Tour por Akihabara.
Harajuku: El barrio del kawaii y la moda alternativa en Takeshita Street, justo al lado del inmenso santuario Meiji y el parque Yoyogi, el pulmón verde de la ciudad.
Ueno: Ideal si viajáis en familia o buscáis cultura, con su enorme parque lleno de museos y el animado mercado callejero de Ameyoko. No te pierdas este Free Tour por Ueno.

Si Tokio es el futuro, Kioto es el alma de Japón. Fue la capital del país durante más de mil años y eso se nota en cada esquina. Para nosotros fue amor a primera vista, la ciudad que más nos gustó de todo el viaje y donde sentimos de verdad esa conexión con el Japón tradicional que todos tenemos en la cabeza.
El ritmo aquí es diferente. Todo es bastante más tranquilo que en la capital, con calles bajas, casas de madera y jardines zen que invitan a bajar las revoluciones. Eso sí, no os confiéis porque la lista de cosas que ver en Kioto es interminable y, hagas lo que hagas, te vas a ir con la sensación de que te han faltado días.
Entre los cientos de templos y santuarios, estos son los que para nosotros marcan la diferencia:
Fushimi Inari-Taisha: Probablemente la imagen más famosa de Japón. Recorrer sus miles de torii rojos subiendo la montaña es mágico, sobre todo si madrugáis mucho o vais al atardecer para esquivar a las multitudes.
Kinkaku-ji (Pabellón Dorado): Un templo recubierto de pan de oro que se refleja en el estanque. Es tan perfecto que parece un decorado.
Barrio de Gion: El distrito de las geishas por excelencia. Pasear por aquí al caer la tarde, con los farolillos encendidos, es viajar en el tiempo.
Kiyomizu-dera: Un templo de madera inmenso con unas vistas espectaculares de la ciudad, especialmente bonito en otoño y primavera.
Bosque de Bambú de Arashiyama: Aunque suele estar lleno de gente, caminar entre cañas de bambú gigantes es una experiencia única.
Recomendación personal: Si queréis entender de verdad la historia y los misterios de Gion, os recomendamos muchísimo hacer el Free Tour por el barrio de las Geishas. A nosotros nos ayudó a entender qué es real y qué es leyenda sobre este mundo tan fascinante y cerrado.
Eso sí, tened en cuenta una cosa muy importante: el barrio de Gion (y el resto de barrios de Geishas) tiene normas muy estrictas de conducta para proteger a las geishas y maikos. Si tenéis la suerte de ver una, por favor, no interactuéis con ella. No la persigáis para hacerle fotos, no os pongáis en su camino y, bajo ningún concepto, la toquéis o acoséis. Son profesionales yendo a trabajar, no atracciones turísticas, y el “acoso fotográfico” ha llegado a tal punto que en muchas calles privadas está prohibido sacar fotos bajo multa. Disfrutad del ambiente con respeto y distancia.

Si Kioto es el alma, Osaka es el estómago (y la fiesta) de Japón. Conocida popularmente como “la cocina de Japón”, esta ciudad es la capital gastronómica indiscutible del país. Aquí la gente es más abierta, más ruidosa y, sobre todo, le encanta comer. De hecho, tienen una palabra, kuidaore, que significa literalmente “comer hasta arruinarse”, y os aseguramos que es fácil caer en la tentación porque la comida callejera es brutal.
El centro neurálgico de esta locura es Dotonbori, una zona llena de canales, neones gigantes (imposible no hacerse la foto con el Glico Man) y puestos donde probar el takoyaki (bolitas de pulpo) o el okonomiyaki (la “tortilla” japonesa) más auténticos del mundo. Pero Osaka no es solo comida y luces, también tiene historia. Su imponente Castillo de Osaka, rodeado de murallas y jardines, es una visita obligada para bajar la comida, y el barrio retro de Shinsekai, con su torre Tsutenkaku, os transportará al Japón de principios del siglo XX con un aire decadente que mola muchísimo.
Si os somos sinceros, aunque nos gustó su ambiente canalla, nos parece un poco menos interesante a nivel monumental que Tokio o Kioto, que juegan en otra liga. Por eso creemos que es una estrategia genial empezar el viaje por Osaka si tenéis la opción. Disfrutaréis a tope de su energía y comida, sin sentir que os “sabe a menos” por venir de ver las maravillas de las otras dos grandes capitales.

Nara es la excursión perfecta de un día, ya sea desde Kioto (a unos 45 minutos en tren) o desde Osaka (a menos de una hora), por lo que encaja genial en cualquier itinerario. Tenéis dos opciones fáciles: ir por libre en tren (con el JR Pass o pagando billete, es muy barato) o, si preferís que os lo cuenten todo en español y os lleven sin preocupaciones, podéis contratar esta visita organizada a Nara desde Kioto. Sea como sea, es uno de esos sitios que ver en Japón y que no puede faltar en ninguna ruta.
Seguramente la conozcáis por las fotos de los ciervos sika campando a sus anchas por la ciudad, considerados mensajeros de los dioses y tesoro nacional. Interactuar con ellos, ver cómo te hacen reverencias para pedirte galletas shika-senbei y pasear rodeados de cientos de ellos es una experiencia divertidísima, pero Nara tiene muchísimo más que ver aparte de sus famosos habitantes.
El verdadero tesoro está dentro del Parque de Nara, una zona verde inmensa llena de templos espectaculares que son Patrimonio de la Humanidad. La joya de la corona es el templo Todai-ji, el edificio de madera más grande del mundo, que guarda en su interior un Gran Buda de bronce de 15 metros que os dejará con la boca abierta, impresiona muchísimo verlo en persona.
Antes de entrar al parque, no os podéis ir sin probar los famosos mochis de Nakatanidou. Es esa tienda viral donde amasan la pasta de arroz a golpes de mazo a una velocidad increíble. El espectáculo mola, pero es que además el mochi (relleno de pasta de judía roja y espolvoreado con kinako) está brutal y calentito.

Ningún viaje a este país estaría completo sin intentar ver el símbolo nacional. El Monte Fuji es impresionante en persona, mucho más imponente de lo que parece en fotos. Eso sí, os avisamos desde ya: es un poco tímido. En muchas ocasiones está cubierto por las nubes, pero si tenéis la suerte de pillar un día despejado, contemplarlo es una auténtica maravilla que pone los pelos de punta.
Hay muchos lugares desde donde verlo, pero nosotros decidimos dedicarle tiempo de calidad e hicimos un recorrido por la zona de los Cinco Lagos durante la semana que estuvimos recorriendo Japón en caravana (una experiencia brutal, por cierto). Desde el lago Kawaguchiko o subiendo a la famosa Pagoda Chureito (la típica postal de Japón), las vistas son insuperables.
Si no tenéis tanto tiempo o preferís no complicaros con la logística, una opción genial es ir desde Tokio con esta Excursión de un Día a los 5 Mejores Lugares del Monte Fuji. Os llevan a los miradores clave sin tener que pelearos con los horarios de los autobuses locales. Sin duda, otro de los imprescindibles que ver en Japón que os recomendamos muchísimo.

Nikko es el day trip perfecto desde la capital, sobre todo porque se puede ir desde Tokio en 1,5h más o menos gracias al tren rápido o los servicios directos como el Spacia X. Es comodísimo: madrugas un poco, pasas el día alucinando con templos dorados y cascadas, y vuelves a tiempo para cenar en Shinjuku. Dicho esto, si tenéis días de sobra en vuestra ruta, pasar una noche aquí es una experiencia mágica, porque cuando se van los turistas de día, el pueblo se queda en una paz absoluta.
Los japoneses tienen un dicho: “No digas ‘kekkō’ (espléndido) hasta que no veas Nikko”, y no les falta razón. Lo imprescindible aquí es el Santuario Toshogu, un complejo sintoísta exageradamente decorado (algo raro en Japón, que suele ser más minimalista) donde está la tumba del shogun Tokugawa Ieyasu y los famosos tres monos sabios tallados en madera (sí, los de los emojis 🙈🙊🙉).
Pero Nikko no es solo arquitectura, es naturaleza pura. El puente rojo Shinkyo es la postal típica que parece sacada de un cuadro, y si cogéis un bus montaña arriba, llegáis al Lago Chuzenji y a la impresionante Cascada Kegon (casi 100 metros de caída), que tiene un ascensor para verla desde la base. Si vais en otoño, el espectáculo de colores (momiji) en esta zona es de otro planeta.

Kamakura es otra de esas escapadas fáciles y brutales desde Tokio (apenas una hora en tren), famosa por su ambiente costero relajado y, sobre todo, por el imponente Gran Buda de Kamakura (Daibutsu). Es una estatua de bronce gigante que, a diferencia del de Nara, está al aire libre, y verla recortada contra el cielo azul (o gris, que esto es Japón) tiene que ser una pasada.
Os tenemos que confesar que a nosotros se nos quedó pendiente en nuestro último viaje (¡no se puede ver todo!), pero hemos leído maravillas y amigos viajeros que han ido nos aseguran que es una excursión genial. Aparte del Buda, nos han recomendado mucho perderse por los senderos del templo Hasedera, lleno de hortensias en verano y con vistas al mar, y pasear por la calle comercial Komachi-dori para probar comida local. Sin duda, lo tenemos apuntadísimo en la lista de qué ver en Japón para la próxima vez.
Si lo que buscáis es desconectar y vivir la experiencia tradicional japonesa al 100%, Hakone es vuestro sitio. Situada a los pies del monte Fuji, esta zona es famosa por sus aguas termales y es, sin duda, el lugar perfecto para daros el capricho de pasar una noche en un ryokan (alojamiento tradicional) con onsen privado. Imaginad cenar una cena kaiseki (alta cocina japonesa) y luego relajaros en un baño de agua volcánica hirviendo. Un sueño. Aunque lo ideal es pasar al menos una noche en la zona, si vas apurado de tiempo, te recomendamos esta excursión a Hakone desde Tokio.
Aparte del relax, la ruta circular clásica está llena de cosas que ver en Hakone: subir en teleférico sobre el humeante valle volcánico de Owakudani (probad los huevos negros, dicen que alargan la vida 7 años), navegar por el lago Ashi en un barco pirata un poco kitsch pero divertido, y visitar el santuario con su torii gigante en el agua.
Para moveros, casi seguro que os compensa pillar el Hakone Free Pass. Incluye el tren desde Tokio, el teleférico, el barco pirata y el tren de montaña. Si vais a hacer la vuelta completa, ahorráis dinero y sobre todo el engorro de comprar tickets cada vez. Eso sí, ojo al dato: aunque incluye la mayoría de transportes, no todas las líneas de autobús están cubiertas (por ejemplo, algunos buses de la compañía Izu Hakone no entran), así que mirad bien el logo del pase en la parada antes de subir para no llevaros sorpresas.

Mucha gente utiliza la ciudad de Hiroshima simplemente como ciudad dormitorio o punto de partida para visitar Miyajima, pero para nosotros es un error pasarla por alto. Hiroshima merece, cuanto menos, que le dediquéis una mañana completa. Es una visita dura, no os vamos a engañar, pero absolutamente necesaria para entender la historia reciente de Japón y del mundo.
El lugar que te encoge el corazón es el Parque Memorial de la Paz, construido justo en el epicentro de la explosión. Allí veréis la impresionante Cúpula de la Bomba Atómica (Genbaku Dome), el único edificio que quedó en pie y que se conserva tal cual como recordatorio, y el Museo Memorial de la Paz, que cuenta la historia con una crudeza y humanidad que te deja sin palabras.
Para entender bien el contexto y no quedaros solo con la superficie, nosotros recomendamos muchísimo hacer este free tour por Hiroshima con Hiroshima Localized (es en inglés, eso sí). Te explican la historia desde el respeto y con datos que no vienen en las guías, ayudándote a comprender cómo la ciudad ha renacido de sus cenizas buscando la paz mundial. Es una parada obligatoria en cualquier lista de qué ver en Japón.

Si Hiroshima es la historia, Miyajima es la magia. Esta isla sagrada, oficialmente llamada Itsukushima, es para nosotros uno de los rincones más bonitos que ver en Japón. Llegar en ferry y ver cómo el famoso gran torii rojo flotante se acerca poco a poco es una experiencia que no se olvida.
Lo más importante aquí es jugar con las mareas. Intentad cuadrar la visita para ver el santuario Itsukushima (construido sobre pilotes encima del mar) con marea alta, cuando parece que flota sobre el agua, y luego esperad a la bajamar para poder caminar hasta la base del torii y tocar sus pilares de madera centenaria llenos de monedas incrustadas por los viajeros.
Aparte del santuario, la isla tiene mucho más. Podéis subir al Monte Misen (en teleférico o andando si os sentís fuertes) para tener unas vistas brutales del mar interior de Seto, o visitar el templo Daisho-in, un complejo lleno de estatuas budistas y una cueva con farolillos que parece de película. Y sí, aquí también hay ciervos en libertad, igual que en Nara, pero ojo porque son bastante más “listillos” y expertos ladrones de mapas y comida, ¡avisados estáis!

Para nosotros, Takayama es uno de los mejores lugares que ver en Japón sin ninguna duda. Es el corazón de los Alpes Japoneses, un sitio donde el tiempo parece ir más despacio y donde la madera oscura de las casas tradicionales te transporta al periodo Edo. Nosotros lo visitamos durante nuestra ruta en caravana por los Alpes y fue una de las paradas estrella del viaje; de hecho, os recomendamos muchísimo dedicarle al menos un día completo para disfrutarlo sin prisas.
Lo imprescindible aquí es perderse por el barrio de Sanmachi Suji, el casco histórico mejor conservado de la zona, puedes visitar una de las muchas destilerías de sake (buscad las bolas de cedro sugidamacolgadas en la puerta) y comer en uno de los puestos de brochetas de ternera de Hida, que para nosotros compite de tú a tú con la de Kobe.
En cuanto a templos, no os podéis perder el Hida Kokubun-ji, el más antiguo de la ciudad con su icónica pagoda de tres pisos y un gingko milenario impresionante. También merece mucho la pena hacer el Paseo de Higashiyama (Higashiyama Walking Course), una ruta tranquila que conecta más de una decena de templos y santuarios por la ladera de la montaña, lejos de las multitudes del centro. Y para los curiosos, el Takayama Jinya es una visita única: la única oficina gubernamental de la época de los samuráis que sigue en pie en todo Japón.

Si Takayama nos enamoró, Shirakawa-go nos dejó sin palabras. Fue otra de las paradas clave en nuestra ruta en caravana por los Alpes Japoneses y os aseguramos que la estampa del valle con las montañas de fondo es de las que se quedan grabadas para siempre. Este pequeño pueblo, Patrimonio de la Humanidad, es famoso por sus casas tradicionales de estilo gassho-zukuri, con tejados de paja súper inclinados pensados para soportar las nevadas brutales del invierno (parecen dos manos rezando, de ahí el nombre).
Visitarlo es como entrar en un cuento. Podéis entrar en algunas de las casas museo, como la Casa Wada o la Casa Kanda, para ver cómo vivían (y viven) las familias aquí, criando gusanos de seda en los áticos. Y por favor, no os vayáis sin subir al mirador Shiroyama; la panorámica de todo el pueblo desde arriba es la foto que todos queremos tener.
Nosotros, al ir con la caravana, tuvimos la libertad de llegar a nuestro aire, pero si no lleváis vehículo propio, es muy fácil organizar la visita. Podéis hacerlo por vuestra cuenta en autobús de línea o, para más comodidad y explicaciones en detalle, contratar esta excursión a Shirakawa-go desde Kanazawa (perfecta si hacéis base allí) o esta otra opción desde Takayama, dependiendo de cómo tengáis montado el itinerario. Sea como sea, merece muchísimo la pena el desvío.

Kanazawa es la gran sorpresa de Japón para muchos de sus visitantes. Se la conoce como “la pequeña Kioto” por su arquitectura tradicional y, aunque es cierto que su fama ha crecido muchísimo en los últimos tiempos y ya no es el secreto que era, sigue conservando un encanto especial que hace que merezca la pena incluirla en vuestra ruta.
Hay tres joyas que hacen que sea uno de los sitios más recomendables que ver en Japón:
Jardín Kenrokuen: No es un jardín cualquiera, está considerado oficialmente como uno de los tres jardines más bellos de Japón (junto con el de Okayama y el de Mito). Su nombre significa “Jardín de las Seis Sublimidades” y es tan perfecto que parece mentira que sea obra humana. Nosotros nos quedamos embobados con el estanque y los pinos podados con una precisión quirúrgica.
Distrito Higashi Chaya: Es el barrio de las geishas (aquí las llaman geigi). Sus casas de té de madera de dos plantas se conservan igual que en el periodo Edo y pasear por sus calles te hace sentir en otra época. Entrar en una casa de té como Shima o Kaikaro es imprescindible para ver este mundo por dentro.
Barrio samurái Nagamachi: A diferencia de otros sitios reconstruidos, aquí paseáis entre los muros de barro originales que protegían las residencias de los samuráis. La Casa Nomura es una pasada, con un jardín interior pequeño pero increíblemente detallado que demuestra el nivel de refinamiento de estos guerreros.
Además, Kanazawa tiene un mercado de pescado (Omicho) donde el marisco es fresquísimo. Si queréis probar sus famosos boles de arroz con sashimi (kaisen don) o sus pinchos de vieira y cangrejo sin agobios, nuestro consejo es ir temprano, sobre las 9:00 o 10:00 de la mañana. A partir de las 11:00 aquello se llena hasta la bandera y las colas en los puestos más populares pueden ser eternas. Ojo también al calendario: muchas tiendas cierran los miércoles y domingos.

Otra de las paradas que más disfrutamos durante nuestra ruta en camper fue Matsumoto. Situada en la prefectura de Nagano, en pleno corazón de los Alpes Japoneses y a unas tres horas de Tokio, es una ciudad perfecta para hacer base y explorar las montañas. Aunque a veces pasa desapercibida en los itinerarios rápidos, guarda uno de los tesoros más impresionantes que ver en Japón: el Castillo de Matsumoto.
Conocido como el “Castillo del Cuervo” por su espectacular fachada negra, es uno de los pocos castillos originales que quedan en el país (la mayoría son reconstrucciones de hormigón). Entrar y subir sus empinadísimas escaleras de madera hasta la cima, con las vistas de los Alpes nevados de fondo, es una experiencia brutal. Además, la ciudad respira arte: aquí nació Yayoi Kusama, la famosa artista de los lunares, y su influencia se nota en todas partes, desde el Museo de Arte de la ciudad hasta en el diseño de los autobuses urbanos que recorren sus calles.
Para una experiencia completa y diferente, puedes optar por esta visita al castillo de Matsumoto y experiencia samurái.

Si pensáis que Japón son solo templos y rascacielos, Okinawa os va a romper todos los esquemas. Este archipiélago subtropical al sur del país es el “Caribe japonés”, un paraíso de arena blanca y aguas turquesas que no tiene nada que envidiar a Maldivas o Tailandia. Aunque nosotros no pudimos incluirlo en nuestra ruta (¡queda pendiente para la próxima!), es el broche de oro perfecto si queréis terminar el viaje con unos días de relax total en lugar de ir a otros países del sudeste asiático.
Lo mejor de Okinawa es que tiene una cultura propia muy diferente, herencia del antiguo Reino Ryukyu, donde la vida va a otro ritmo y la gente es famosa por su longevidad. Aparte de tumbaros en playas de postal como Yonaha Maehama (considerada la mejor de Japón) o la playa Emerald, hay mucho que ver en Okinawa:
Acuario Churaumi: Es una visita obligada, famoso por su tanque inmenso donde nadan tiburones ballena y mantas raya. Está dentro del Ocean Expo Park y es impresionante.
Castillo Shuri: El corazón histórico de la isla, reconstruido tras la guerra y Patrimonio de la Humanidad, perfecto para entender la historia de los reyes de Ryukyu.
Snorkel y buceo: Sus arrecifes de coral son brutales. Sitios como la Cueva Azul o las aguas de las islas Kerama son un sueño para ver vida marina.
Ryukyu Mura: Un parque temático cultural donde ver casas tradicionales antiguas y espectáculos de danza eisa con tambores, ideal para empaparse de la tradición local.
Es un destinazo completo que combina cultura única, naturaleza salvaje y playas de infarto.
En pleno corazón de los Alpes Japoneses, escondido en el valle del río Yokoyu, se encuentra este lugar único en el mundo. El nombre Jigokudani significa literalmente “Valle del Infierno” por el vapor y el agua hirviendo que brota del suelo helado, pero para los famosos macacos japoneses que viven aquí, es un spa de lujo.
El parque se creó en los años 60 para proteger a estos monos y evitar conflictos con los agricultores locales, pero pronto descubrieron que a los macacos les encantaba imitar a los humanos y meterse en las aguas termales para combatir el frío. La mejor época para visitarlo es sin duda el invierno (de diciembre a marzo), que es cuando el valle está cubierto de nieve y los monos se pasan el día dentro del agua caliente con esas caritas de placer absoluto que puede que hayas visto en los documentales.
Nosotros fuimos en noviembre, y aunque no hacía suficiente frío como para que se metieran en el agua (¡son listos, solo se mojan si es necesario!), tuvimos la gran suerte de verlos paseando tranquilamente junto a las pozas humeantes. Verlos en libertad, sin rejas y a tan poca distancia, interactuando entre ellos como si no estuviéramos allí, es una experiencia mágica que os recomendamos muchísimo si pasáis por la zona de Nagano.

Para que os sea mucho más fácil visualizar dónde cae cada sitio y organizar vuestra ruta (que sabemos que al principio la geografía japonesa lía un poco), os hemos preparado este mapa interactivo. Aquí tenéis localizados todos los puntos de los que os hemos hablado, desde la locura de Tokio hasta la paz de los Alpes, para que podáis ver las distancias y montar vuestro itinerario de forma lógica. ¡Guardadlo en el móvil y a explorar
Japón es un país de cuatro estaciones muy marcadas, y cada una transforma por completo los paisajes. No hay una respuesta única, porque todo depende de lo que busquéis, pero aquí os dejamos nuestra visión:
Primavera (Marzo – Mayo): Es la época reina indiscutible gracias al sakura (cerezos en flor). Ver el castillo de Himeji o el monte Fuji enmarcados en rosa es el sueño de cualquier viajero. El clima es perfecto, suave y agradable, pero preparaos para compartir los sitios con muchísima gente y pagar precios más altos.
Otoño (Octubre – Noviembre): Para nosotros, la mejor época para ir sin duda. El momiji (enrojecimiento de las hojas) tiñe Kioto y los Alpes de rojos y naranjas espectaculares. Las temperaturas son ideales para patear ciudades y senderos, y llueve bastante menos que en verano.
Invierno (Diciembre – Febrero): Si sois fans de la nieve o queréis ver a los monos de Jigokudani en su salsa, este es vuestro momento. Hace frío, sí, pero los días suelen ser despejados (perfectos para ver el Fuji) y hay muchísimo menos turismo que el resto del año.
Verano (Junio – Agosto): Sinceramente, es la época más dura. El calor y la humedad son sofocantes y junio es temporada de lluvias (tsuyu). Lo bueno son los festivales (matsuri) y los fuegos artificiales, una experiencia cultural brutal si aguantáis el bochorno.
Un apunte importante: Todo esto aplica a la gran mayoría del país (Honshu, Shikoku y Kyushu). Las excepciones son los extremos: Hokkaido en el norte, que tiene un clima mucho más frío y tiempos distintos (el verano allí es fresco y sin lluvias), y por supuesto Okinawa, que va totalmente por libre con su clima subtropical y temporada de playa de abril a octubre.

Os lo decimos siempre: en Japón la sanidad es excelente, pero carísima. Para que os hagáis una idea, una visita a urgencias puede costar cientos de euros y una operación sencilla te puede arruinar el viaje (y el año). Aunque no es obligatorio para entrar, es una locura ir sin él.
Nosotros usamos y recomendamos Heymondo, que es el que mejor cobertura calidad/precio tiene para este destino (hemos comparado muchos y nadie te da más por menos precio). Además de cubrirte gastos médicos millonarios, tienen una app con chat médico 24h que viene genial para dudas tontas sin tener que ir al hospital en un país donde casi nadie habla inglés.
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Para cerrar lista de los lugares imprescindibles que ver en Japón, hemos recopilado una serie de recomendaciones prácticas basadas en nuestra experiencia. Son detalles logísticos y culturales que os facilitarán mucho el día a día y os ayudarán a disfrutar del viaje sin contratiempos desde el primer momento:
Conexión a Internet: No dependáis del WiFi público, ya que suele ser escaso o inestable. Es fundamental llevar una eSIM (nosotros usamos Holafly) o compra una SIM a tu llegada en el aeropuerto para poder usar Google Maps y traductores en todo momento.
Efectivo siempre a mano: Aunque el pago con tarjeta está creciendo, Japón sigue siendo una sociedad basada en el efectivo. Muchos restaurantes tradicionales, templos y máquinas expendedoras solo aceptan yenes, así que llevad siempre dinero encima.
Tarjetas IC (Suica/Pasmo): Hacéos con una de estas tarjetas recargables nada más llegar (o añadidla al monedero digital de vuestro móvil). Son esenciales para pagar ágilmente en metro, trenes, autobuses y tiendas de conveniencia (konbini).
Gestión de la basura: Os sorprenderá la ausencia de papeleras en la vía pública. La norma es llevar la basura con vosotros hasta encontrar un punto de reciclaje en una estación o tirarla en vuestro hotel al final del día.
Madrugar es clave: La cantidad de turismo es muy alta. Si queréis visitar lugares icónicos, os recomendamos llegar al amanecer (sobre las 6:00 o 7:00 de la mañana).
Normas de etiqueta: En el transporte público impera el silencio; no está bien visto hablar por teléfono o alzar la voz. Es importante observar y respetar estas normas sociales para una convivencia armónica.
Planificación anticipada: Las entradas para parques temáticos o reservas en restaurantes populares se agotan con meses de antelación. Revisad y reservad todo lo que podáis antes de viajar.
Adaptadores de corriente: Japón utiliza enchufes de tipo A (dos clavijas planas paralelas). Aseguraos de llevar un adaptador universal y, si lleváis varios dispositivos, un ladrón os será muy útil.

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Hasta aquí llega nuestra selección personal de los mejores lugares que ver en Japón. Somos conscientes de que resumir un país tan fascinante en una sola lista es casi imposible y que se nos quedan joyas en el tintero, pero os garantizamos que cualquiera de estos destinos hará que vuestro viaje sea inolvidable. Si estáis planificando vuestra ruta, tenéis dudas sobre cómo encajar alguna visita o queréis saber más detalles sobre nuestra experiencia recorriendo los Alpes en caravana, dejadnos un comentario más abajo. ¡Estaremos encantados de leeros y ayudaros a organizar vuestra aventura nipona!
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