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China
Viajar a China por libre es una aventura en toda regla. Es un país gigantesco, con una cultura muy distinta a la nuestra y donde casi nada funciona como estamos acostumbrados. Nosotros estuvimos recorriendo varias zonas durante 28 días, y aún así no llegamos ni de lejos a todo lo que queríamos ver. China es enorme, y cada región tiene su propia historia, sus tradiciones y hasta su ritmo. Nosotros hemos centrado esta guía de China en las diferentes zonas que conocimos.
El choque cultural es fuerte, eso hay que decirlo desde el principio. El idioma, las costumbres, la censura en internet o los hábitos del día a día pueden descolocar. Pero al mismo tiempo, eso es justo lo que hace que el viaje sea tan apasionante. Cada día es diferente, todo te sorprende, y acabas volviendo a casa con la sensación de haber vivido algo muy distinto a cualquier otro destino.
No obstante, hay cierta información y ciertos trucos que es importante conocer antes de viajar a China, porque te facilitan mucho el día a día y la forma de moverte por el país. Por eso hemos preparado esta guía, donde encontrarás todo lo necesario para organizar tu viaje por libre: transporte, visado, internet, alojamiento, comida y muchos consejos prácticos basados en nuestra experiencia.
TABLA DE CONTENIDOS
China es un país enorme y con una diversidad brutal, así que decidir qué ver no es tarea fácil. En nuestro caso, organizamos una ruta de 28 días centrada en varias zonas del interior y del norte del país, combinando ciudades históricas con paisajes naturales impresionantes y pueblos con mucho encanto.
Uno de los lugares que más nos impactó fue la zona de Zhangjiajie, famosa por sus montañas de formas imposibles que inspiraron las películas de Avatar. Allí también visitamos dos pueblos que nos encantaron: Furong, construido sobre una cascada, y Fenghuang, con un casco antiguo precioso a orillas del río.
Después pusimos rumbo a Chengdu, una ciudad moderna y tranquila, famosa por ser el hogar de los osos panda. Aunque no somos mucho de zoológicos, sí que aprovechamos para probar su comida callejera y pasear por sus barrios más tradicionales.
Seguimos hacia el norte para visitar Xi’an, donde fuimos a ver los famosos Guerreros de Terracota, una de las grandes joyas arqueológicas del país. La ciudad en sí también tiene mucho ambiente, sobre todo en el barrio musulmán, lleno de vida y de puestos de comida.
Otra parada imprescindible fue Pekín, la capital, donde pasamos varios días explorando la Ciudad Prohibida, el Templo del Cielo y, por supuesto, una de las secciones más espectaculares de la Gran Muralla China.
También quisimos incluir zonas algo menos turísticas, como Datong, con sus increíbles grutas budistas y el templo suspendido en la montaña, y Pingyao, un pueblo amurallado que conserva todo el sabor de la China antigua.
Terminamos la ruta en la región de Henan, donde visitamos Kaifeng y Luoyang, dos ciudades con mucha historia y templos impresionantes en los alrededores. Las Grutas de Longmen, cerca de Luoyang, fueron uno de los lugares que más nos sorprendió del viaje.
Y aun así, nos dejamos muchísimos sitios en el tintero: Shanghái, con su mezcla de modernidad y tradición; Chongqing, famosa por su comida y su tamaño descomunal; o regiones como el Tíbet y algunos puntos naturales como Wulong, que tenemos clarísimo que visitaremos en el futuro. Porque si algo nos quedó claro en este viaje es que China no se agota en un mes… ni en dos.
Pekín
Chengdu
Xi’an
Zhangjiajie
Furong
Fenghuan
Datong
Pingyao
Kaifeng
Luoyang
Lo más habitual para viajar a China por libre es entrar en avión desde tu país de origen, ya que es la forma más directa y cómoda. Hay vuelos internacionales a varias ciudades principales, por lo que puedes elegir el aeropuerto que mejor encaje con la ruta que quieras hacer.
Las principales puertas de entrada al país suelen ser:
Pekín (Beijing Capital o Daxing): perfecto si vas a empezar por el norte o quieres visitar la capital y la Gran Muralla.
Shanghái (Pudong): ideal si vas a centrarte en la zona este o quieres empezar por una ciudad más moderna y conectada.
Guangzhou: buena opción si tu ruta va por el sur o planeas combinar con Hong Kong.
Chengdu: conecta con varios destinos europeos y es útil si quieres empezar por el centro del país o zonas más naturales.
Hong Kong: aunque no es China continental, muchos viajeros entran por aquí y cruzan por tierra o tren a otras regiones del sur como Shenzhen o Guilin.
Una de las ventajas de China es que no estás obligado a entrar y salir por el mismo aeropuerto. Puedes, por ejemplo, llegar a Pekín y marcharte desde Shanghái o Chengdu, lo que te permite planear una ruta más lógica y sin necesidad de volver sobre tus pasos. Es importante tener esto en cuenta a la hora de reservar los vuelos internacionales, ya que muchas veces el precio no cambia demasiado y te ahorra mucho tiempo dentro del país.
En cuanto a vuelos, lo más habitual es hacer escala en algún país asiático o del Golfo, aunque cada vez hay más vuelos directos desde Europa a las grandes ciudades chinas. Nosotros, por ejemplo, volamos directamente a Pekín y nos costó unos 800€ i/v en temporada alta.
Para reservar, utilizamos una combinación entre Booking y Trip.com, y nos dio la sensación de que dependiendo de la zona, había más oferta en una u otra plataforma. En algunas ciudades encontramos auténticos chollos en Trip que no aparecían en Booking, y en otras era justo al revés. Por eso, si quieres asegurarte de encontrar el mejor alojamiento, te recomendamos que mires en ambas webs y compares.
Una cosa importante que aprendimos es que la ubicación del alojamiento marca muchísimo la diferencia. Las ciudades en China son enormes, y lo que en el mapa parece estar “cerca” puede suponer fácilmente 30-40 minutos en transporte público. Así que conviene mirar bien si el alojamiento está cerca del metro, del centro o de los puntos que quieras visitar para ahorrarte trayectos innecesarios.
En cuanto a los alojamientos en sí, muchos hoteles tienen carteles solo en chino, pero el personal suele estar acostumbrado a tratar con extranjeros (sobre todo si estás en zonas turísticas), y la mayoría de check-ins los hicimos sin problema mostrando el pasaporte. Aun así, llevar la dirección escrita en chino o enseñarla desde la app es muy útil.
En resumen: alojarse en China es barato, hay mucha oferta y con un poco de planificación puedes dormir bien gastando muy poco. Solo hay que tener en cuenta la plataforma, la zona y la logística de la ciudad en la que te encuentres.
Moverse por China es mucho más fácil de lo que parece a primera vista. Aunque el idioma y la cultura puedan chocar un poco al principio, el país cuenta con una infraestructura de transporte muy moderna y eficiente, especialmente si sabes qué herramientas usar. Nosotros hicimos todo el recorrido en tren, pero hay varias opciones dependiendo del trayecto y del tiempo que tengas disponible.
La mejor forma de moverse por China es en tren de alta velocidad. El país tiene una de las redes ferroviarias más avanzadas del mundo, y conecta la mayoría de ciudades importantes con trayectos rápidos, cómodos y muy puntuales.
Durante nuestra ruta nos desplazamos exclusivamente en tren bala y fue una experiencia buenísima. Los trenes son modernos, muy limpios y bastante intuitivos de usar, incluso sin saber chino.
Los billetes los compramos siempre a través de Trip.com, que es la plataforma más sencilla para extranjeros. Lo más importante aquí es saber que, aunque en la web puedes seleccionar fechas con mucha antelación, los billetes solo salen oficialmente a la venta unos 14 días antes del viaje. Trip te permite hacer la reserva antes, pero te pone en una especie de lista de espera.
El día que salen a la venta, Trip te envía dos notificaciones:
Una para avisarte de que ha comenzado la venta.
Otra para confirmarte que te ha conseguido los billetes.
Si no te llega la segunda, mejor entra a revisar enseguida, porque normalmente significa que no ha podido reservarlos y puede que ya estén agotados. En ese caso, te recomendamos mirar otros horarios o clases de asiento, porque los trenes más populares vuelan.
Otra opción para trayectos muy largos es el avión, especialmente si vas justo de tiempo o quieres saltarte zonas intermedias. China tiene muchísimos vuelos domésticos y, si los reservas con antelación, pueden salir bastante bien de precio.
Nosotros no usamos esta opción porque nuestra ruta estaba bien conectada en tren, pero es útil si, por ejemplo, quieres conectar el sur con el norte en pocas horas.
Para trayectos más cortos o zonas más rurales, como Furong o Fenghuang, existen bastantes autobuses interurbanos. Aunque nosotros no los usamos, varios viajeros que conocimos nos comentaron que son una opción cómoda, segura y económica. Las estaciones suelen estar bien organizadas, y muchas veces los alojamientos te pueden ayudar con los horarios o incluso con los billetes.
Dentro de las grandes ciudades hay varias formas de moverse:
Metro: muchas ciudades chinas tienen una red de metro moderna, barata y muy bien señalizada. Lo usamos bastante, por ejemplo, en Pekín, y fue muy fácil de entender incluso sin hablar chino.
Didi: es el Uber chino, una aplicación imprescindible en cualquier viaje por el país. La usamos muchísimo, tanto para trayectos urbanos como para distancias cortas entre estaciones o alojamientos. Funciona muy bien, es barata y se puede pagar directamente desde la app.
Si combinas metro y Didi, moverse por las ciudades resulta rápido, barato y muy práctico.
El tamaño de China se nota también en el clima. Desde las regiones desérticas del oeste hasta las zonas tropicales del sur o los inviernos helados del norte, en un mismo país conviven todo tipo de temperaturas. Por eso, no hay una única respuesta a cuándo es el mejor momento para viajar, pero sí algunas recomendaciones generales que te pueden ayudar a planificar mejor tu ruta.
En nuestro caso, estuvimos viajando por China durante el mes de agosto, y lo cierto es que el calor fue intenso en la mayoría de sitios. Las temperaturas en verano superan fácilmente los 35 °C con una humedad muy alta, sobre todo en ciudades como Chengdu, Xi’an o incluso en las montañas de Zhangjiajie. Hay muchas zonas turísticas donde el clima puede volverse bastante agobiante durante el día, y caminar bajo ese calor, incluso a primera hora de la mañana, puede hacerse duro.
Por eso, si puedes elegir, lo ideal es viajar en primavera (abril-mayo) u otoño (septiembre-octubre). En esos meses las temperaturas son mucho más agradables, hay menos lluvias y no te mueres de calor en cada visita. Además, suelen ser temporadas más tranquilas en cuanto al turismo local, especialmente si evitas festivos chinos importantes como el Año Nuevo o la Semana Dorada.
También hay que tener en cuenta que en zonas montañosas o más al norte (como Zhangjiajie o Datong) las temperaturas pueden ser más suaves incluso en verano, aunque el calor y la humedad siguen estando presentes. En el sur y el este (como Shanghái o Guilin), el verano es especialmente húmedo y también propenso a lluvias e incluso ciclones.
Así que, resumiendo:
Primavera y otoño son las mejores épocas para visitar gran parte del país.
El verano es posible, pero muy caluroso y húmedo, lo que puede hacer el viaje más exigente físicamente.
El invierno es frío, especialmente en el norte, pero es una opción si buscas precios bajos y poca gente.
Viajar en verano no es imposible (nosotros lo hicimos), pero si vas preparado para el calor y te organizas bien con visitas a primera hora o en interiores, puedes disfrutar igual del país. Solo que… vas a sudar.
Viajar a China puede ser más barato de lo que parece, sobre todo si vienes con mentalidad mochilera y te alejas un poco de las zonas más turísticas. Aún así, hay ciertos gastos fijos (como el alojamiento o los vuelos internacionales) que hay que tener en cuenta desde el principio. Aquí te dejamos un desglose con lo que nos gastamos aproximadamente y los precios orientativos por cada categoría.
En nuestro caso, los vuelos de ida y vuelta nos costaron unos 800 € por persona, volando desde Europa. El precio puede variar bastante dependiendo de la época y de la ciudad de entrada o salida (nosotros recomendamos aprovechar que puedes entrar por una ciudad y salir por otra, ya que el país es enorme y eso te ahorra trayectos).
Las ciudades con más conexiones internacionales suelen ser Pekín, Shanghái, Guangzhou o Chengdu, y desde cualquiera de ellas es fácil comenzar la ruta.
Alojarse en China es, en general, muy barato, especialmente fuera de grandes ciudades como Pekín o Shanghái. Nosotros reservamos siempre usando una combinación de Booking y Trip.com, ya que notamos que dependiendo de la zona, había más oferta en una plataforma que en otra.
En ciudades medianas o pueblos turísticos, puedes dormir en habitaciones privadas bastante decentes desde 10-20 € por noche. En ciudades grandes, el precio puede subir a unos 30-40 € por noche, aunque siempre hay opciones más económicas si no te importa compartir baño o alejarte un poco del centro.
Eso sí, revisa siempre bien la ubicación, porque las ciudades chinas son enormes y te puedes ahorrar muchos trayectos si eliges bien la zona.
La comida es uno de los grandes puntos a favor del presupuesto. Se puede comer muy bien por muy poco. Los platos locales en restaurantes pequeños o puestos callejeros rondan los 2-5 €, y con eso te llenas de sobra.
En sitios algo más turísticos o si buscas restaurantes más cuidados, el precio sube a unos 7-10 € por persona, pero sigue siendo muy asequible. Comer en China no es un problema para el bolsillo, lo difícil es elegir entre tantas opciones.
Como ya contamos en la sección anterior, el tren bala es el mejor medio de transporte y tiene muy buena relación calidad-precio. Los billetes varían mucho según la distancia, pero para que te hagas una idea:
Trayectos cortos (1-2 h): 10-20 €
Trayectos medios (3-5 h): 25-35 €
Trayectos largos (más de 6 h): 40-100 €
Dentro de las ciudades, el metro cuesta entre 0,50 € y 1 €, y los trayectos con Didi (el Uber chino) suelen costar entre 2-5 € dependiendo de la distancia.
El acceso a Internet en China está muy limitado: no funcionan ni Google, ni WhatsApp, ni Instagram, ni muchas webs occidentales. Por eso, es fundamental tener una solución que te permita usar tus apps de siempre sin bloqueos.
Nosotros utilizamos la eSIM de Holafly, que nos fue genial y además tiene una VPN integrada, por lo que todo funcionaba con normalidad desde el primer momento. La conexión fue estable en casi todo el país y nos pareció muy cómoda. Cuesta algo más que otras opciones, pero merece la pena para viajar tranquilos y conectados.
Además, desde nuestro enlace tienes un 5 % de descuento.
Aquí depende mucho de lo que quieras ver, pero casi todos los monumentos importantes son de pago. Estos son algunos precios aproximados:
Guerreros de Terracota (Xi’an): 20 €
Muralla China (Pekín): 6-10 €
Montañas de Zhangjiajie: 25-30 €
Entrada a templos o pueblos antiguos: entre 3-10 €
Actualmente, los ciudadanos españoles no necesitan visado para viajar a China si la estancia es inferior a 30 días y se trata de un viaje por turismo, negocios o tránsito.
Esta medida se implementó recientemente y facilita muchísimo la entrada al país, ya que te ahorras tanto el papeleo como el coste (que antes era de unos 130 € por persona).
Moverse por China puede ser un reto si no llevas las herramientas adecuadas. Muchas cosas funcionan de forma diferente a lo que estamos acostumbrados en Europa, y algunas apps habituales como Google Maps o WhatsApp pueden dar problemas si no tienes una conexión desbloqueada. Por suerte, hay un montón de aplicaciones que hacen que viajar por China sea mucho más fácil, desde reservar trenes hasta traducir menús o pagar en cualquier sitio. Aquí te dejamos las que nosotros usamos y que creemos que son imprescindibles:
Trip.com: Para reservar trenes, vuelos y hoteles. Ideal para moverse por el país, sobre todo con el tren bala. Puedes comprar billetes con antelación y la app te avisa cuando salen a la venta.
Didi: El Uber chino. Muy útil para moverse dentro de las ciudades. Está en inglés y permite pagar con tarjetas internacionales.
Alipay (versión internacional): La forma más cómoda de pagar en China. Puedes vincular tarjetas extranjeras como Revolut. Funciona en la mayoría de comercios, transporte y restaurantes.
WeChat: La app más usada por los chinos. Aunque no es imprescindible para turistas, puede ser útil para comunicarte con locales, pagar en algunos sitios o incluso reservar cosas.
Google Translate: Perfecta para traducir menús, carteles o conversaciones. Puedes usar la cámara para traducir textos en chino y descargar el idioma para usarlo offline.
Maps.me: Mapa offline que va genial si no tienes conexión o como complemento a Google Maps. Puedes guardar lugares y rutas.
Amap: El mapa que usan los locales, más preciso que Google Maps.
Viajar a China puede ser más barato de lo que parece, sobre todo si vienes con mentalidad mochilera y te alejas un poco de las zonas más turísticas. Aún así, hay ciertos gastos fijos (como el alojamiento o los vuelos internacionales) que hay que tener en cuenta desde el principio. Aquí te dejamos un desglose con lo que nos gastamos aproximadamente y los precios orientativos por cada categoría.
No, los ciudadanos españoles no necesitan visado si la estancia es inferior a 30 días por turismo, negocios o tránsito. Aun así, conviene consultar siempre la normativa actualizada antes de viajar.
No es obligatorio, pero sí muy recomendable. En China la sanidad para extranjeros es privada y cara, y en muchos hospitales públicos no hablan inglés. Nosotros viajamos siempre con el seguro de
Heymondo y la verdad que nos fue genial: tiene asistencia 24/7 en español, atención médica por chat y cubre un montón de cosas. Para un país como China, donde el idioma y la burocracia pueden ser un problema, es algo que da muchísima tranquilidad.
En muchos sitios no. Lo más práctico es usar Alipay (versión internacional), que permite vincular tarjetas como Revolut o Wise y pagar con el móvil en casi cualquier lugar.
No, salvo que tengas una conexión desbloqueada a través de una VPN. Con la
eSIM de Holafly puedes usar Google, Instagram o WhatsApp sin necesidad de VPN, así que es muy recomendable.
Muy poco, incluso en zonas turísticas. Por eso es clave llevar apps como Google Translate o Pleco para traducir carteles o comunicarte con la gente.
Sí, es un país muy seguro para turistas. Se nota mucho control en estaciones, transporte y calles. Aun así, como siempre, hay que ir con sentido común.
No. Siempre hay que beber agua embotellada o hervida. En muchos alojamientos hay termos o hervidores.
Esperamos que esta guía para viajar por libre a China te haya sido útil. Si tienes alguna duda, quieres compartir tu experiencia o conoces algún truco más que pueda ayudar a otros viajeros, te leemos encantados en los comentarios. ¡Cuéntanos qué parte de China te gustaría visitar o cuál fue tu favorita si ya estuviste!
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